Real Fuerte de la Concepción
El Real Fuerte de la Concepción se sitúa en un lugar privilegiado en el conjunto de las fortificaciones de frontera. Hace ya unos años que se elaboró la conocida como Ruta de las Fortificaciones, compuesta por las fortalezas de San Felices de los Gallegos, Ciudad Rodrigo, Real Fuerte de la Concepción de Aldea del Obispo y, ya en el lado portugués, Almeida. De todas ellas, el Real Fuerte es el más importante ejemplo de arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII. Se trata de una fortificación de más de tres siglos de historia que aún se mantiene en pie.
Para poder hablar del Real Fuerte y de su construcción, en el siglo XVII, tenemos que hacernos una idea de cuál era la situación en la zona en cuanto a los conflictos armados y a la estrategia defensiva. Los conflictos en la frontera han sido habituales durante toda la historia, ya que Portugal siempre ha tenido un fuerte deseo de independencia frente a España, mientras que España, mediante su política de matrimonios y sus victorias armadas, consiguió que Portugal permaneciera bajo su soberanía. Parece ser que eran bastante habituales las incursiones de un lado y del otro de la frontera, hasta que estos conflictos fueron escalando, y en el siglo XVII tuvo lugar la Guerra de Restauración portuguesa (1640-1668). En cuanto a los sistemas defensivos de la frontera debemos mencionar que, desde la Edad Media, había una serie de castillos dispuestos a los largo de la misma. Así, teníamos ya la fortificación de San Felices de los Gallegos, el Castillo de El Gardón (en Aldea del Obispo), el Castillo de Alberguería de Argañán, y el Castillo de Ciudad Rodrigo, con la ciudad amurallada, del lado español, mientras que en Portugal se encontraban las fortalezas de Almeida, Figueira de Castelo Rodrigo o Castelo Branco.
Esta es la situación que nos encontramos cuando se desarrolla dicha Guerra de Restauración portuguesa. En estas circunstancias, el Consejo de Guerra, el 3 de agosto de 1661, ordena mejorar las fortificaciones de la frontera, reconstruir aquellos castillos que han sufrido daños y construir una fortificación en la localidad de Valdelamula, en Portugal. El encargado de guiar a los ejércitos de esta parte de la frontera fue el Duque de Osuna, Gaspar Téllez-Girón y Sandoval, por orden del rey Felipe IV. Fue él quien derrotó a las tropas portuguesas en Valdelamula y quien escogió, no dicha localidad, sino un cerro situado a solo unos metros por detrás de esa población, el Cerro del Gardón, para construir la fortificación que se conocería como Real Fuerte de la Concepción o Fuerte de Osuna. Se eligió este cerro con la intención de que desde ahí se llevara a cabo la anexión de los terrenos que se encontraban entre los ríos Águeda y Coa.
La construcción de dicho edificio comenzó el 8 de diciembre de 1666, día de la Inmaculada Concepción, de quien toma el nombre. En esta construcción participaron unos 3.500 hombres, a las órdenes del propio Duque y de los ingenieros militares que hubiera en su contingente. Todos ellos construyeron la plaza de armas, los baluartes y las cortinas, es decir, la parte principal del actual Fuerte. Ya este Fuerte presentaba una planta diferente a las de los otros castillos de la zona, lo que nos habla del carácter vanguardista de esta construcción. Su planta responde a las más avanzadas investigaciones en materia de defensa militar de la época, además de una representación de lo que sería la ciudad ideal renacentista, como defiende el profesor Fernando Rodríguez de la Flor. Aunque desde los primeros días desde el Consejo de Guerra se le ordenó al Duque de Osuna que demoliera el Fuerte, este se negó una y otra vez, haciendo defensas apasionadas del mismo en su correspondencia con el rey. El 30 de enero de 1664 se dio por terminada la construcción, aunque se seguía discutiendo su mantenimiento con el Consejo de Guerra. El Duque de Osuna en todo momento defendió la importancia del Real Fuerte de la Concepción como primera línea de defensa de la frontera, junto con el Castillo de El Gardón, Fuentes de Oñoro y Alberguería de Argañán. Una segunda línea de defensa estaría compuesta por Alameda del Gardón, Gallegos de Argañán y Fuenteguinaldo. Y, finalmente, las plazas más importantes serían San Felices de los Gallegos y Ciudad Rodrigo.
Durante el año de 1664 se discutió en el Consejo de Guerra la conveniencia del Fuerte y, tras una correspondencia con Juan Salamanqués, nuevo gobernador de la zona, se decide llevar a cabo la demolición del edificio, dejando así desprovista una parte de la defensa, lo que más tarde se tradujo en una serie de victorias portuguesas que le permitieron declarar su independencia. Esta demolición se llevó a cabo el 30 de octubre de 1664 y solo cinco días más tarde, Juan Salamanqués se lo comunicó al Consejo. Aunque se había planeado una destrucción total del edificio, la pólvora con la que pensaban llevar a cabo la demolición se mojó, debido al temporal que azotó la zona en esos días, de ahí que no explotara completamente y por eso se conservaron unas ruinas que darían lugar a la reconstrucción que se llevaría a cabo en el siglo XVIII. Por lo tanto, la historia del primer Fuerte, o Fuerte de Osuna, no llegó ni siquiera al año, y estuvo marcada por las desavenencias entre el Duque de Osuna y el Consejo de Guerra.
Tendrían que pasar cerca de 70 años hasta que el Real Fuerte de la Concepción tuviera nuevos moradores. La idea de reconstruir el Fuerte nació del empeño particular de José Patiño, ministro de Felipe V, que llegó a visitar la zona y propuso cerrar la defensa de la frontera con una nueva fortificación, para asegurar la estabilidad territorial y marcar los límites del territorio frente a la nación vecina, como era el empeño de la Corona de España. Así, en 1736 se decidiría comenzar una reconstrucción emprendida por los ingenieros militares Pedro Moreau, Pedro Bordán y Juan Bernardo de Frosne (seguidores de la escuela de Verboom), entre otros, con la colaboración de los asentistas y maestros de obras Salvador Puig, Valentín de Medina y Manuel de Larra Churriguera (quien se encargó de la puerta principal). El Fuerte que empezaron a idear sería una aplicación del sistema Vauban de defensa.
En 1735 comenzaron el proyecto de reconstrucción de la mano de Pedro Moreau. Este importante ingeniero militar visitó la zona y se dio cuenta de que no iba a ser suficiente una reconstrucción del antiguo Fuerte de Osuna, sino que sería necesaria una ampliación, puesto que el edificio debía albergar a dos batallones y quinientos caballos. Es así como se decide añadir al sur de la ya existente plaza de armas, de la cual se conservaban las ruinas, el Fortín de San José (de planta trapezoidal irregular) y el Cuartel de Caballería (cuya planta formaba un rombo). En los primeros planos que hay sobre la plaza de armas del Fuerte se puede observar que planeaban una planta pentagonal, pero debieron desechar esa idea porque ni el terreno ni las ruinas existentes se lo permitían. Así, se optó por la ya existente planta cuadrangular heredada del Fuerte anterior, a la que se añadieron los revellines, los puentes de acceso, los cuarteles sobre las cortinas, los parapetos con entrantes y salientes formando una estrella de 16 puntas, las contraescarpas, se elaboró el glacis, se construyó el camino cubierto hasta el Cuartel de Caballería, que se dividía en dos edificios a derecha e izquierda de dicho camino, con espacios tanto para los caballos como para los soldados, y hasta el Fortín de San José, que contaba con distintas estancias y protegía en primera línea de cualquier ataque a la plaza de armas, convirtiéndose en pieza clave de esta fortificación.
Las obras comenzarían el primer día de mayo de 1736, como indica la inscripción en el libro de la capilla del Fuerte de la colocación de la primera piedra. Desde ese día hasta el 30 de mayo de 1776, día en que se dio por finalizada la obra, la construcción del Fuerte pasó por varias manos. La obra fue ideada y comenzada bajo las órdenes de Pedro Moreau, que debió abandonar el proyecto a los pocos años, puesto que se le envió a otras plazas. Será Pedro Bordán su sustituto como ingeniero jefe, hasta que Moreau regresa en 1753, cuando realiza un balance de los gastos de la obra hasta ese momento: 6.900.000 reales de vellón, una cantidad más que considerable para la época, y que debió de aumentar en años posteriores, convirtiéndose en una obra muy costosa para la Corona española. Una de las personas implicadas en las obras del Real Fuerte de la Construcción no fue un ingeniero, sino un artista como Manuel de Larra Churriguera, que en 1736 consiguió convertirse en asentista de las obras, desplazando a Gabriel Puig y a Valentín de Medina de las mismas. Obra de Larra Churriguera fue la puerta principal, una de las partes más importantes de la construcción, ya que se concibió como una representación del rearme y la protección de la Corona hacia su pueblo. Larra demostró una enorme sensibilidad artística en su diseño y construcción. La puerta principal constaba de un reloj (parece ser que saqueado de la fortificación de Almeida), un escudo de armas de considerables dimensiones y una puerta con puente basculante que conectaba la plaza de armas con uno de los revellines.
La obra se dio por finalizada el día 30 de mayo de 1776, tras 40 años de obras. Como quedó inscrito en el Libro de Bautizos de Aldea del Obispo, ese día se llevó a cabo la inauguración del Fuerte, la bendición de la capilla y del Campo Santo, y la colocación del Sacramento. Este segundo Fuerte sirvió para mantener la paz en estos territorios durante las décadas en que estuvo activo.
El conflicto más importante en el que tuvo un papel fundamental fue la Guerra de Independencia que España ganó al Imperio Francés de Napoleón entre 1808-1814, gracias a la guerra de guerrillas, y a la ayuda de los aliados ingleses y portugueses, principalmente. Los franceses llegaron a ocupar el Fuerte y la Iglesia de San Sebastián, pero fueron desalojados por el ejército aliado comandado por el Duque de Wellington que, para evitar una nueva ocupación francesa del Fuerte, mandó que fuera destruido. El General Crawford, siguiendo sus órdenes, llevó a cabo la voladura de la fortaleza el 20 de julio de 1810. Al igual que ocurrió con el primer Fuerte, un temporal mojó la pólvora, por lo que no toda ella explotó, pero sí consiguieron, al menos, inutilizar las partes más importantes de edificio (dos de los revellines, partes de los baluartes, una de las partes del Cuartel de Caballería, y el Fortín de San José). Por lo tanto, gracias a dos casualidades, el Real Fuerte de la Concepción fue sorteando su nefasto destino, y en la actualidad podemos disfrutar de sus ruinas.
El edificio ha permanecido en ruinas durante dos siglos, en los cuales el terreno ha pertenecido a varios vecinos del pueblo. También se convirtió en cantera ilegal durante varias décadas. Finalmente, en los años 50 del siglo pasado se empezó a generar un mayor interés por su mantenimiento y durante décadas el Ayuntamiento se planteó comprar la propiedad para rehabilitarla y explotarla turísticamente, aunque fue a principios de los años 2000 cuando el terreno fue comprado por un particular, que lo rehabilitó y lo convirtió en un hotel, el Hotel Domus Real Fuerte de la Concepción.
Declarado Bien de Interés Cultural por el decreto 147/1992, de 6 de Agosto, el Real Fuerte de la Concepción sigue disponible para su visita o, si lo prefieren, pueden reservar una habitación en dicho hotel y descansar en una de las antiguas habitaciones que fueron habitadas por soldados de diferentes nacionalidades. Para completar su visita, también pueden acudir al Aula de Interpretación que se encuentra en la Plaza Mayor de Aldea del Obispo, donde podrán, entre otras cosas, admirar la maqueta a escala de la fortificación, con la que se harán una mejor idea de cuál fue el aspecto original de la fortaleza.